Descripción
La vida moderna, rica en diversiones y pobre en Espiritualidad, arrastra al hombre hacia el exterior, hacia los juegos de los sentidos, en detrimento de la armonía que debe constituir la base para cualesquiera otras realizaciones, sin la cual se desmoronan todas sus construcciones, siempre efímeras en su realidad aparente.
Sucesivas oleadas de alucinados llegan a las playas del mundo, seguidas de inmediato por las de los deprimidos, los ansiosos, los insatisfechos, que denuncian la falencia de los valores ético-morales del
momento y de las ambiciones tecnológicas que no han hecho feliz a la criatura humana.
El descalabro y el absurdo se imponen libremente junto a la corrupción de todos los matices, desenfrenada, conspirando contra los ideales de nobleza, justicia y armonía de la Vida. Hay un caudal inmenso de incredulidad del hombre hacia el hombre, y una terrible indiferencia por el mañana, que arrojan a los individuos en la corriente de la desesperación pública y fuera de control, en amenaza creciente contra la cultura, la civilización, la familia, el matrimonio, el amor… Es verdad que surgen, en la gran noche, estrellas luminosas que disminuyen la trágica sombra.
Ellas demuestran que el amor es invencible y que el bien jamás será
asfixiado en las mallas espesas del mal. Constituyen puertos de abrigo y, al mismo tiempo, se transforman en brújulas que señalan el rumbo, llamando a un gran número de individuos a un cambio inmediato de comportamiento mental y moral.
Al tomar cuerpo en el mundo, sus voces invitan a la razón, a la reflexión y demuestran la excelencia de la paz. y los beneficios que ésta concede a quien se deja penetrar por ella. ¡Ya no hay otra alternativa: la paz o la desesperación! Por intuición y lógica, el hombre siente que está destinado a la grandeza, hacia la cual avanza.
Los impedimentos actuales son desafíos que le compete vencer, y lo logrará con un poco de esfuerzo y dedicación. Este pequeño libro, que no agrega mucho a lo que ya se escribió sobre el tema, es una contribución más para aquellos que están cansados del nadaísmo(*) y anhelan su renovación íntima, paso inicial para lograr la armonía. Son momentos de meditación.
No son reglas establecidas adrede.
Ni ejercicios de mortificación o sacrificio.
Son disposiciones sencillas y oportunas, de fácil aplicación e inmediatos resultados positivos. Presentamos esta modesta obra, este día, en homenaje a «El Libro de
Espíritus» de Allan Kardcc, que fue publicado en París y surgió como directriz de certeza y felicidad el 18 de abril 1857.
Auguramos al querido lector la paz que necesita, y rogamos a Jesús que nos bendiga y nos haga felices.
Juana de Angelis
Salvador, 18 de abril de 1988.
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